PROGRAMACIÓN NEUROLINGÜÍSTICA: ESTOY EN EVIDENCIA, ENGAÑAR TIENE SU CIENCIA – PARTE 2

En la última entrega te hablamos de la oscuridad conceptual de la PNL, su historia y sus creadores. También hicimos una ensalada de semántica, transformaciones, Kuhn, Chomsky y una pizca de representaciones. Vamos a ver con más detalle.

QUIERO QUE ME ESCUCHES Y TE ABRAS. LE ESTOY HABLANDO, HABLANDO, HABLANDO A TU REPRESENTACIÓN

¿Qué es una representación y cómo se puede acceder a una en esta economía? 

Una de las afirmaciones más interesantes de la PNL es que cada persona utiliza los sistemas sensoriales para crear su propio modelo de mundo. Ese modelo de mundo se crea a partir del procesamiento y organización de su experiencia que depende siempre de un sentido en particular (e.g., olfativo, visual, auditivo, gustativo y kinestésico) que el sujeto elige o valora más en detrimento de otros. Así, si decido crear mi modelo de mundo a partir de los ojos, el sentido visual se constituye de manera automática como mi sistema representacional primario. Las personas visuales utilizarían sus ojos para hacer contacto con el mundo y enfatizarían la visualización para la memoria, el aprendizaje y la toma de decisiones.

La PNL defiende la existencia de la primacía de un sistema representacional sobre otro tomando la teoría de William James en su libro Los principios de la psicología (1890). Esta teoría establece que “en algunos individuos, el ‘material del pensamiento’ […] es visual; en otros, auditivo, articulatorio o motor […]. Indudablemente, algunas personas no tienen imágenes visuales dignas de ese nombre, y en lugar de ver su mesa de desayuno [en su mente cuando se les pide que la describan], le dicen que la recuerdan o saben lo que hay en ella. Este conocimiento y recuerdo tiene lugar indudablemente por medio de imágenes verbales”. 

Si hay algo que parece indudable, más de cien años después, es que esa persona, por lo menos, podría estar padeciendo algún tipo de patología —y no, esto no tiene nada que ver con la magdalena de Proust

La pregunta que surge al respecto es cómo un coach es capaz de acceder a nuestro sistema representacional primario y, nuevamente, aparece la cuestión pseudolingüística relacionada con nuestra elección léxica. Observemos la siguiente imagen de un meme-paciente de Internet:

Probablemente, ante los ojos de un fan de los memes, esta imagen no tenga nada de novedoso ni especial pero, ante los ojos entrenados de un coach de PNL, es clave la elección de palabras utilizadas en esta oración y, especialmente, el verbo sensorial see (ver)

¿Por qué es tan importante la elección de este tipo de verbos como ver, escuchar, sentir para el sujeto? De acuerdo con la PNL, estos verbos permiten acceder a la modalidad sensorial del sujeto y, en consecuencia, al sistema representacional primario que una persona está utilizando para estructurar todas sus experiencias. En consecuencia, todas las actividades cognitivas del sujeto están en una modalidad determinada (visual, auditiva o kinestésica). Así, los terapistas sostienen que si acceden al sistema representacional primario de su paciente, pueden aplicar sus técnicas, conseguir mejores resultados y curarles. Recordemos que para la PNL el sujeto tiene un ordenamiento interno consistente y una estructuración de lo que percibe, piensa, siente y actúa y este ordenamiento y estructura pueden modelarse con ayuda de un coach

¿Cómo se modela esta estructura? Bueno, en realidad se modela el cerebro: en Argentina, una nueva técnica promete naves espaciales que salen de la atmósfera, se remontan a la estratósfera y de ahí eligen el lugar a donde quieren ir de manera tal que en una hora y media vamos desde Argentina a Japón. Disculpen. Nos confundimos de innovación tecnológica

Decíamos, en Argentina una nueva técnica de mapeo cerebral con electroencefalograma de cantidad (¿mala traducción de quantitative electroencephalography? ¡quién sabe!) permite evaluar la distribución de ondas cerebrales. Con poderosas técnicas de PNL, se trabaja sobre ese cerebro para que se parezca a un cerebro ideal construido con inteligencia artificial a partir del recabamiento de mapeos cerebrales de personas con coeficientes intelectuales y emocionales muy altos. 

¿Será entonces que lo que nos distancia de Stephen Hawking es una sesión de PNL con Melina Vicario

No obstante lo milagrosa que pueda sonar la PNL, parece relevante destacar un mínimo detalle: en ninguno de los textos ni páginas webs en las que se exponen los resultados extraordinarios de esta terapia se caracteriza el concepto de representación,  representación sensorial o sistema representacional. Y, por supuesto, se han saltado un interesante paso en el proceso de la investigación científica: la evaluación empírica. Lo que sí abunda son múltiples estudios que afirman la ineficacia de las técnicas de la PNL en la saludrefutan sus afirmaciones principales.

¿Esto es ciencia cognitiva? ¿Me deja ver sus credenciales, por favor?

Dentro de la ciencia cognitiva y la filosofía de la ciencia cognitiva, el concepto de representación es sin dudas el más polémico y aquel que ha suscitado mayor debate en la literatura. Dado que la PNL es deudora de la perspectiva teórica chomskyana, las representaciones pueden definirse como un “un nivel de caracterización abstracta de las propiedades de ciertos mecanismos físicos hasta ahora casi enteramente desconocidos” (Chomsky 1980: 13).

Asimismo, de acuerdo con la filósofa Liza Skidelsky, “la noción (…) de representación alude a una caracterización abstracta, en el nivel de procesamiento computacional, de ciertos elementos de la mente/cerebro que portan información que es manipulada internamente por los mecanismos cognitivos” (2016: 195). Entonces, son las representaciones las que tienen contenido en cuanto a la información que llevan y esta información es interna, ya que solo es decodificada por otros subsistemas cognitivos.

En contraste, podemos inferir (dado que no está explicitado en ningún lado) cómo se aborda la cuestión representacional: la PNL asume que la representación interna de una persona es una suerte de material del pensamiento mediante el cual vemos la realidad de una determinada manera. Esta manera o modalidad (visual, auditiva o kinestésica) es ¿elegida? por el sujeto y es permeable a sus experiencias de vida. Cada uno de nuestros sentidos constituye un sistema representacional en sí mismo que puede estar más o menos afinado de acuerdo con nuestra propia voluntad. Este sistema representacional estaría conectado, de alguna manera, a un sistema (representacional) lingüístico que conecta, a su vez, el mundo interno del individuo con el mundo externo de manera tal que nuestro lenguaje determina cómo vemos las cosas (recuérdese las influencias lingüísticas de la PNL).

Algunas ramas de la lingüística (la de verdad) también usan el lenguaje para estudiar representaciones, pero se trata de una investigación bastante alejada del mundo terapéutico. El estudio de las representaciones discursivas supone un análisis sistemático NO del discurso de UN individuo, sino de un corpus de producción lingüística  representativo de la sociedad o comunidad sobre la que se está trabajando. Estos estudios, por ejemplo, pueden llevarte a conocer más acerca de las representaciones discursivas sobre la identidad de género en historias de vida de personas trans de la Ciudad de Buenos Aires (te recomendamos que veas la entrevista del doctor Matías Soich, que lo explica para ReLiF). Sí, es de los doctores que no curan.

Fuente: La gramática del meme 

Volviendo a lo nuestro, llegamos a dos conclusiones. En primer lugar, la PNL, al no caracterizar sus conceptos ni clarificar su uso, realiza una maniobra poco honesta y utiliza nociones iguales a las de la ciencia, pero en una versión distorsionada.

En segundo lugar, la eficacia de la PNL se corrobora únicamente mediante testimonios personales y sin ningún tipo de evidencia. Ya en 1993, Juan Azcoaga advertía que la PNL no constituía —ni podía llegar a hacerlo— un capítulo en la historia de los aportes del método científico. Para 1996, Carl Sagan afirmaba que siempre que sea posible debe existir una confirmación independiente de los hechos. En 2020, todavía esperamos la confirmación independiente de las afirmaciones de la PNL.

Distorsionar lenguaje científico y no presentar evidencia. Típico de pseudociencia.

REZÁ DIEZ PADRENUESTROS Y REPETÍ CIEN VECES “VOY A SER EXITOSO”

 La prosodia, la forma en que se pronuncian ciertos sonidos e incluso nuestro léxico pueden dar mucha información acerca de nosotres. Estas particularidades del habla de una persona nos permiten asociarla a ciertas variedades dialectales (su procedencia), cronolectales (su edad) o incluso sociolectales (su clase social). El idiolecto de una persona (es decir, la variedad específica que habla en función de su edad, lugar de procedencia, clase social, entre otros) da cuenta de fenómenos lingüísticos sociales y no individuales (te recomendamos Manhunt: UNABOMBER para ver el potencial que esto puede llegar a tener científicamente). Pero nada nos dice —ni nos puede decir— acerca de lo que las personas sienten o piensan.

Es posible que sea una fantasía universal contar con el poder de ser capaz de ver más allá del sentido literal de las palabras que dicen las personas. A ver, vamos: nuestra vida cotidiana no está exenta de momentos en los que podemos llegar a inferir estados de ánimos de nuestros seres querides. Les conocemos y en elles observamos que quizás haya palabras que por alguna razón deciden no usar u otro tipo de expresiones o emociones que ocultan, ensalzan o a las que le quitan peso mientras se comunican.

 Incluso hasta lo no verbal parece jugar un rol importante en esta suerte de detectivismo emocional que hacemos con familiares y amigues: una voz ronca o resquebrajada, un habla acelerada o un movimiento de manos más veloz de lo usual pueden entenderse como indicios de determinados humores y situaciones personales particulares. Este afán sabueso muchas veces excede el ámbito familiar y se convierte en competencia de escrutinio público: ¿después de cuántos debates políticos se analizan las reacciones y los discursos de candidates a presidente, por ejemplo, incluso con la participación de especialistas en comunicación, periodistas y psicólogues y se interpretan las cosas que se quisieron decir versus las que se dijeron

Quien no haya opinado sobre el escándalo Lopilato-Bublé que tire la primera piedra. 

Cualquier propuesta que se construya sobre la base de otorgar herramientas para ver más allá de lo superficial ciertamente es atrayente, porque nos otorgaría una capacidad especial para detectar la mentira o la omisión, sea voluntaria o no. La programación neurolingüística no está libre de culpa y cargo en el usufructo de este atractivo. Algunas de sus asunciones se asientan sobre el hecho de pensar al lenguaje como una medida, no solo de terapia, sino sobre todo de mal diagnóstico (aquí, por el contrario, un buen ejemplo de asistencia en diagnóstico a través de discurso), o sea una herramienta poderosísima de descubrimiento de la mente humana, con instrucciones y pasos a seguir muy claros.

Sobre la base de la gramática transformacional de Chomsky (1965), la PNL plantea que nuestras palabras, nuestras expresiones, pueden constituir en principio una manifestación directa de la estructura profunda o –y aquí lo interesante– solamente una revelación de carácter superficial, que le deja al terapeuta la posibilidad de comenzar a indagar sobre la razón que justifica la pronunciación de esta expresión superficial, que en realidad es la máscara de algo que no es la realidad. 

Esta estructura superficial es la que permite “seguir haciendo preguntas” para finalmente “hacerla [a la estructura superficial] tambalear y mostrar la profundidad de lo que está oculto”. Así nos comentó une de nuestres entrevistades, estudiante de Psicología, que realizó cursos de PNL. Este procedimiento se basa en un acercamiento trivial a la gramática y los significados de las palabras de la lengua particular en la que se está realizando el análisis: los contrastes entre lo transitorio del verbo estar y la permanencia del verbo ser —entonces, la diferencia entre estoy y soy casade—, el uso de ciertos marcadores discursivos como obviamente o algunos pronombres totalizadores como nadie, nada o todos son nombrados como ejemplos de realizaciones de una estructura superficial, ya que funcionarían como indicios de una verdad oculta: ¿por qué una afirmación sería obvia o por qué alguien diría que nadie asistió a determinado lugar para implicar que fueron pocas personas? 

Asimismo, el lenguaje no verbal es tan importante como el discurso en sí mismo. En primer lugar, funciona como un externalizador de la estructura mental del individuo. En segundo lugar, y mediante el contraste con los enunciados verbales, permite dar cuenta del nivel de acompasamiento, esto es, de correspondencia, entre lo dicho y lo transmitido. 

Más allá de las inconsistencias conceptuales ya mostradas en párrafos anteriores, de la endeblez teórica de analogar esta herramienta descriptiva a la expresión de las emociones, y de la falta de sustento en una conexión tan lineal entre lo verbal y lo no verbal, la atención sobre el lenguaje en la PNL es además considerada una herramienta imprescindible en la asignación de los sistemas de representación predominantes de cada persona. Y nuevamente esto no está libre de problemas. 

Sorprende –y al mismo tiempo no tanto– que esta idea tenga mucho en común con la de inteligencias múltiples de Howard Gardner, la cual ha tenido una recepción favorable dentro del ámbito de la política educativa y parte del ámbito educativo. No obstante, bajo los mismos argumentos con los que se critica a la PNL, ha sido blanco de críticas desde la propia psicología.

Gardner, en Estructuras de la mente, publicado por primera vez en 1983, reconoce que su idea no es novedosa sino que puede “reclamar originalidad por tratar de revivirla” (1993: 40) Aquí se postula que, al contrario de hablar de un único índice de coeficiente intelectual, existe un conjunto diferenciado de tipos de inteligencia que se vinculan con distintas capacidades y talentos de los individuos. Entre ellas, actualmente más variadas y creativas que las de la PNL, se encuentra la inteligencia visual, auditiva y kinestésica, en los exactos mismos términos en los que se encuentran bajo el marco de la PNL. 

 Para Gardner “debiera ser posible identificar el perfil (o inclinaciones) intelectual de un individuo a una edad temprana y luego utilizar este conocimiento para mejorar sus oportunidades (…) y canalizar a individuos con talentos poco comunes hacia programas especiales” [cursivas nuestras]  (1993: 38-39). Nos preguntamos cuántos casos de “diagnóstico” de niñes índigo habrán tenido que ver con esto (sí, esta es otra creencia pseudocientífica new age).

Esta idea, seguramente uno de los primeros y más arraigados neuromitos (Howard-Jones 2014) —te contamos más en la próxima entrega—, no es ajena al ámbito educativo y puede resultarles útil a muches docentes. No obstante, la teoría de las inteligencias múltiples ha recibido críticas por la sobreestimación de procesos específicos por sobre otros generales, que han tenido repetidos testeos verificados, como la velocidad de procesamiento y la memoria de trabajo (justamente conceptos conocidos y sostenidos por cualquier psico o neurolingüista experimental). 

De la misma manera, algunos relevamientos aplicados hacia los estudios que justifican científicamente la PNL han concluido que la falta de evidencia es sugerente y que las pruebas que se llevan a cabo carecen de validez científica. Muchas son realizadas, por ejemplo, sin grupos de control, dando por supuesto hipótesis no probadas, o con una conjunción de distintas técnicas aplicadas al mismo tiempo. Sumado a estos descuidos metodológicos, las investigaciones no son nunca revisadas por pares. Es destacable que los estudios sobre inteligencias múltiples han corrido una suerte similar desde el ámbito de la enseñanza. 

Sin embargo, el diálogo silente entre estos pequeños puntos en común puestos deliberadamente por los fundadores de este movimiento, que se encuentran entre teorías como la de las inteligencias múltiples, algunas terapias alternativas hipnóticas o de self-awareness, y el name-dropping lingüístico, justamente funcionan para dar una ilusión de acreditación y de aval científico que no se condice con la realidad

Quizás algo más conocido que la lengua como herramienta de diagnóstico sea el lenguaje como terapia: la relación entre el discurso y la incidencia del pensamiento negativo y positivo sobre cualquier persona. En principio, el encanto de esta afirmación se asienta sobre la idea del tiempo como recurso finito: para alcanzar una mejor versión personal de une misme, la energía no debería estar concentrada en lo negativo en absoluto sino en lo positivo. ¿Para qué malgastarlo?

Fuente: memegenerator.es

La PNL hace hincapié en la responsabilidad del sujeto y su lenguaje para el pensamiento ya que “tu inconsciente no puede procesar los negativos. Interpreta todo lo que pienses como un pensamiento positivo. Entonces, si pensás ‘no quiero ser pobre’, tu mente consciente se focaliza en el ‘pobre’ y, dado que no procesa negativos, el pensamiento se convierte en ‘quiero ser pobre’. Ser pobre entonces se transforma en el objetivo de tu mente inconsciente” (Ready y Burton 2004). La mente inconsciente (sí, la de Freud) influye de manera constante en el pensamiento consciente y la acción.

En Argentina, actualmente, Melina Vicario, autodenominada bio-hacker, señala cómo el lenguaje actúa sobre el cerebro afirmando que puede detectar qué hace mal una persona en su cabeza (¡literal!) a partir de los movimientos corporales y oculares y la elección de palabras. Asimismo, indica en una suerte de versión no tan renovada a la de Bourland y Johnston (1991) que “las personas que están tristes o ansiosas usan todos sus pensamientos de una manera muy poderosa… pero para estar mal. De hecho, ellos tejen redes muy buenas para hacerlo: crean imágenes enormes en su cabeza, se repiten frases negativas y son ingeniosos”.

 Como hemos indicado, dado que la PNL asume que todos los cerebros son iguales y que únicamente difieren en cuanto a su programación ligada estrechamente al lenguaje, lo que se debe cambiar es nuestro discurso lingüístico y, así, modificar nuestro cerebro. 

 Otros cambios positivos podrían darse a través del cambio consciente sobre el discurso, como mencionamos anteriormente en el abandono de ciertas expresiones permanentes o totalizadoras (o en el ejemplo de Eric Clapton, las cópulas y Dios; si te lo perdiste, está acá). En este sentido, es evidente que no existe nada de malicioso en optar por cambiar el vocabulario de une misme en detrimento de otras palabras que son positivas per se. Incurrir en algún tipo de valoración sobre esta alternativa sería policiar la lengua de les hablantes, tanto como otras instituciones lo hacen en nombre de un bien común panhispánico hace cientos de años. Pero a menudo estas posturas new age se anclan débilmente en el funcionamiento del cerebro en sí y la biología del cuerpo humano. Así, se afirma que, a través de la generación de nuevas redes neuronales eficaces, la repetición de ciertos patrones y el enfoque de energía de una manera positiva o confiante une podría generar cambios biológicos que hayan sido influenciados por el pensamiento”, como nos dijo une de nuestres entrevistades. 

Sí, cambios biológicos

Si bien es conocida la cualidad de la plasticidad del cerebro en los estudios de la mente, no se ha reportado evidencia acerca del redireccionamiento de energía o que el abandono de ciertas palabras nuevas tabú pueda traer aparejado un cambio tan profundo como neuronal. Asimismo, de estas ideas se pregona un poder extenso y casi milagroso: las técnicas de PNL aparecen relacionadas a la cura del cáncer y el coronavirus (no se nos viene a la cabeza ningún conductor de programa de C5N que se hizo famoso por participar en Odol Pregunta, para nada). 

Los peligros mortales de mezclar enfermedades letales con terapias presuntamente científicas son más que evidentes.

Parte 3

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Azcoaga, J. (1993). Neurolingüística: ¿sustantivo o adjetivo? Documento de la Asociación de Docencia e Investigaciones en Neuropsicología y Afasiología. URL: http://www.adinarosario.com/fotos/biblioteca/nlsuad7g.pdf.

Bourland, D. & P. Johnson (1991). To be or not: E-prime anthology. San Francisco: International Society for General Semantics.

Chomsky, N. (1965). Aspects of the Theory of Syntax. Cambridge, Mass.: MIT Press.

Chomsky, N. (2001 [1980]). Reglas y representaciones. México: Fondo de Cultura Económica. 

Gardner, H. (1993). Estructuras de la mente. La teoría de las inteligencias múltiples. México: Fondo de Cultura Económica. 

Howard-Jones, P. A. (2014). Neuroscience and education: myths and messages. Nature Reviews Neuroscience, 15(12), 817-824.

Ready, R. & K. Burton (2004). Neuro-linguistic Programming for Dummies. Chichester, West Sussex: John Wiley.

Skidelsky, L. (2016). Representaciones mentales. Donde la filosofía de la mente y la filosofía de la ciencia cognitiva se equivocaron.  Buenos Aires: EUDEBA.

Williams, J. (1994 [1890]). Principios de psicología. México: Fondo de Cultura Económica.

Programación Neurolingüística: estoy en evidencia, engañar tiene su ciencia by Red de Lingüistas en Formación (Arellano, Nicolás; Chimenti, Ángeles; Ramírez, Laura; Silva, María Florencia) is licensed under a Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional License.
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